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Life, at its brightest!

Sobre el día del libro.

“La gente no quiere leer, quiere haber leído”

Esa frase, atribuida originalmente a William Faulkner, pero que hoy en día ya se ha perdido un poco el hilo de quién dijo qué, me parece que es muy significativa, y más en el contexto de hoy, el día del libro.

Para mi la lectura siempre ha sido un acto de riesgo. Un deporte riesgoso como quien escala montañas o se lanza de paracaídas. Con la lectura uno escala su propia mente y se lanza a ideas nuevas sin saber siquiera si trae paracaídas o no.

Leer es un acto exigente, y en un mundo que nos roba la atención a cada momento, con redes sociales inmediatas, cambios de tema constantes y un clima general de pesimismo, tengo que admitir que hay días en los que me cuesta sentarme en silencio, abrir un libro y realmente concentrarme.

Recuerdo hace mucho tiempo, en mi era dorada de la lectura, que llegué a leer un libro por semana, algo así como por seis meses. Ya hasta se había hecho un hábito con una profesora que tenía en aquel entonces, que cada semana que nos veíamos me preguntaba ‘¿Y ahora que estás leyendo?’

Recuerdo bien dos novelas que leí en esa racha, ‘Diario del búnker’, y otra que no recuerdo el nombre. ‘Diario del búnker’ habla de un grupo de personas que un día despiertan en un bunker y ninguno sabe ni como ni porque llegaron ahí. Son parte de un cruel experimento.

El otro (que nada me cuesta buscar el nombre en internet, pero vamos, que esto le añade más misterio), hablaba de un boicot en un restaurante y acababa en una dura crítica a la industria alimenticia y lo que pasa detrás de puertas de una cocina.

A veces siento que la tecnología nos tomó un poco así. Un día despertamos en este bunker social, sin saber como llegamos, ni mucho menos que nos va a pasar. Las decisiones del futuro que nos va a tocar consumir se toman detrás de puertas, y nuestra única solución es comer lo que tenemos enfrente o no comer nada y morir.

Hoy, en el día del libro, me parece que resulta más importante que nunca leer. Sí, leer cualquier cosa, pero también aventurarse a tomar libros de los que nadie habla. Entrar a la librería e ir hasta el fondo, en esos estantes que nadie mira, en esos que nadie recomienda. Muchas veces los mensajes más profundos están escondidos detrás de la tela del misterio.

Ayn Rand diría que de los peligros del mundo actual es que a todos se nos quiere obligar a pensar igual. Sin importar que tan acertada o no sea su filosofía, me parece que este si es un peligro.

En un mundo tan dividido, donde a todos se nos exige tomar un bando y pelear ciegamente contra el otro, dejemos que los libros nos abran la mente. Que nos ayuden a descubrir nuevas visiones, y más importante, que nos ayuden a conocernos a nosotros mismos, porque solo así seremos capaces de ver el mundo por lo que es: nuestra realidad y nuestra vida.

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